Yaguichi
Una sucesión de momentos suspendidos en la imagen fotográfica compone la foto-acción Yaguichi realizada por la artista visual Belinda Garen
Por Alejandro Sordo
La acción comprende un proceso largo, meticulosamente pensado y dirigido: se realiza exclusivamente para ser captada por el ojo humano a través de la fotografía de Belinda. Yaguichi no tiene la intención de narrar una historia en particular, se concentra en captar una serie de momentos irrepetibles a partir de un acontecimiento preconcebido que genera un silencio metafórico. La arena cae sobre el hombre sentado en un sillón, preparado con unos lentes especiales para lo que a continuación sucede: la ruptura de un corazón lleno de arena colocado exactamente en su cénit.
"La contemplación de esta obra es una invitación a participar de la vida.”
Belinda atrapa los instantes en que la arena queda suspendida y ocupa un espacio en cada instante que nunca más volverá a ocupar, no podrá jamás repetirse, ni podrá regresarse a su posición original; con ello, la obra nos recuerda a la entropía de Robert Smithson. La masa de la arena concentrada, al romperse, se esparce por el espacio y cubre el cuerpo del hombre.
La materia en algún momento de la obra es indiscernible, se confunde y pareciera que no existen límites entre la arena y el cuerpo humano.
Belinda elige a la fotografía como soporte para hacer un énfasis en la reflexión cronotópica. La arena nos obliga a hacer dicha reflexión sobre el paso del tiempo, la invención del reloj como método de su medición y cómo a partir de esos relojes de arena, el tiempo literalmente ha caído sobre el ser humano y obstaculiza su visión y su libertad. El reloj se vuelve un paradigma omnicomprensivo de la relación del hombre con la vida. El espacio en la foto-acción es negro, pareciera estar vacío, o más bien, lleno de oscuridad; conlleva la sensación de encarcelamiento, de aislamiento y de inmovilidad. El único objeto que se percibe es el sillón sobre el que está sentado el personaje realizado por el artista Martín Rentería sobre el que recae el peso de la arena, metafóricamente el peso del tiempo.
Luego, ocurre algo inesperado: el personaje se rebela a su situación de inmovilidad y se levanta, sacude la arena, se sacude la opresión del tiempo y deja el espacio vacío de vida, El personaje abandona su pasividad y se vuelve un ser libre. La contemplación de esta obra es una invitación a participar de la vida, a romper con la imposición del espacio confinado y del tiempo medido convencionalmente. Joseph Beuys argumentaba que el arte no está ahí para proveer conocimiento de una forma directa, sino que produce percepciones profundas de la experiencia. La sencilla observación de Yaguichi toca las fibras más sensibles de los límites fundamentales de la física humana: reproduce artificialmente la sensación espacio-temporal y la trasciende.